miércoles, 5 de septiembre de 2012

El verdadero daño de los incendios

Este verano en España, pocos han sido los que no han escuchado un helicóptero, un hidroavión o un camión de bomberos cerca suyo.
Todos los veranos se producen incendios a los que no nos acabamos de acostumbrar, pero que, acaban siendo el mínimo común múltiplo del verano español.
Desde el Satélite se podía observar los graves incendios de Valencia. El humo, hacia el NE recorriendo distancias kilométricas.
Desgraciadamente, este verano ha sido en el que se han dado las peores condiciones para su activación y posterior expansión (más de 165.000 hectáreas calcinadas). A un invierno con poca nieve, le siguió una primavera con pocas lluvias, que definitivamente abandonaron nuestro país a mediados de la estación. Estos precedentes se suman a las condiciones meteorológicas de este verano. Un verano extremadamente seco en cuanto a lluvias, con altas temperaturas (olas de calor...) y humedades relativamente bajas, han hecho explotar este barril del pólvora.
Sólo el 5% de todos los incendios este año ha sido por causas naturales. El otro 95% tiene su origen en el hombre. 
Cuando oímos en los medios "provocado" quieren decir que tiene su origen en el hombre, pero puede ser intencionado (como lanzar una lata con líquido inflamable en el incendio de Robledo de Chavela) o no (fruto de un accidente).
Se pueden observar tres focos simultáneos (señal inconfundible de la intencionalidad es el incendio de Robledo de Chavela)
Sea como sea, se quema bosque y se quema vida. Muy lejos del impacto paisajístico que tiene un incendio sobre un monte verde lleno de pinos, hay una enorme variedad de seres vivos que forman ese ecosistema. Musgos, líquenes, bacterias, hongos que aunque, a simple vista no parezcan importantes, son la base de todo un bosque. Ecosistemas delicados en los que un árbol, que se alimenta de las sustancias y nutrientes del suelo, ofrece comida a una ardilla, y esta sirve de alimento a un buitre leonado, por poner un ejemplo. En menos 10 minutos, todo este ciclo puede quedar carbonizado.
El fuego bajo, el que se arrastra por el suelo, supone una gran amenaza para la naturaleza. Calcina todo lo que queda a su paso, destrozando por completo la capa con más nutrientes del suelo (humus, sales minerales...) en la que viven y de la que dependen una multitud de organismos.
Si el fuego arrasa árboles y arbustos, éste queda totalmente desprotegido, ya que no dispone de la sujeción que ofrecen las raíces. Es entonces cuando los agentes externos (lluvia, nieve, viento...) comienzan a erosionar el terreno. La capa superficial de nutrientes que existía antes, desaparece, es arrastrada por la escorrentía (agua superficial que discurre cuando llueve), quedando un suelo estéril, y por tanto, sin nutrientes para el crecimiento de futuras generaciones.
Todos los seres vivos capaces de desplazarse (aves, mamíferos, anfibios...) se alejan forzosamente de su ecosistema hacia otros lugares donde puede que no encuentren las condiciones favorables de supervivencia y acaben muriendo.
El agua de lluvia que discurre por la superficie (escorrentía) arrastra gran cantidad de materia orgánica y nutrientes debido a que no encuentra resistencia (raíces).

En un incendio de un día, se tarda un gran período de tiempo en recuperar todo el patrimonio natural quemado y más en alcanzar el mismo nivel de desarrollo que tenía antes de producirse el incendio.

Llegados a este punto, a uno le hacen plantearse si es necesario concienciar a la gente, ya desde pequeña, para que sea mucho más cuidadosa con el medio ambiente y con la naturaleza, ya que es lo que tenemos y de lo que vivimos. También uno piensa sobre el endurecimiento de las penas dirigidas a aquellas personas que lo han provocado intencionadamente.

Termino con una frase que siempre llamó mi atención:

"Hace muchos años, una ardilla podía recorrer España de Norte a Sur sin pisar el suelo."



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Carlos Velasco